domingo, 6 de enero de 2013

Más allá de las historias personales


Cuando niña miraba con mucho interés dos series, La Familia Ingalls  y Los Años Maravillosos, ese era el nombre, en español, con el que se conocía a ambas producciones. Disfruté de ambas historias familiares, presentadas desde la perspectiva de sus integrantes, Kevin Arnold y Charles, Caroline, Mery, Laura y Carrie Ingalls.



Años más tarde, cuando estudiaba en la Universidad, me di cuenta de la riqueza de las historias que se contaban en cada una de las series. Como suele ser normal en este tipo de producciones, se cuenta las diferentes vivencias de sus protagonistas: el primer día de escuela, los problemas laborales, las relaciones con los amigos, los éxitos y penurias personales, el primer empleo, los problemas de dinero, etcétera. Drama, amor, intriga, coraje, humor, esperanza, entre otros sentimientos logran condensarse para atrapar al espectador.

Todas esas características, son comunes a las que exponen las telenovelas (mexicanas, principalmente) o las series más populares de la TV peruana (Al fondo hay sitio, Mi amor el huachimán, La Lola, La reina de las Carretillas, entre otras). Sin embargo, encuentro una diferencia importante con relación a las series norteamericanas de veía en mi niñez. Las aventuras de los protagonistas, se entrelazan con los cambios sociales más importantes. 

De ese modo, la familia Arnold es algo más que una familia asentada en un simple barrio estadounidense. Representa un tipo de hogar de 1960, con un jefe de familia, que como muchos en ese tiempo, participó en la Guerra de Corea, y que a su retorno y con una familia de tipo nuclear, se asienta en los suburbios, lugares apartados de las grandes ciudades que luego formarían parte del ideal “modo de vida americano”.

De igual manera, la familia Ingalls, es más que una familia pobre que migra a Walnuk Grove. La historia se ambienta, aproximadamente entre 1840 y 1890, y cuenta las vivencias de muchos pioneros americanos que desean prosperar mediante varios oficios para aumentar sus ingresos o conseguir a cambio semillas, herramientas, o animales para el campo. Conscientes de la pobreza material que los rodea, ponen empeño en la educación de los hijos (en la serie, hijas), como una estrategia de movilidad social, de progreso, que luego se consolida cuando las dos hijas mayores se convierten en maestras. Además, la serie evoca en sus diferentes temporadas valores como el amor a Dios, la unión familiar, la laboriosidad, el sacrificio, la bondad y la solidaridad que en ese entonces impulsó a los habitantes del Oeste. 


Los cambios sociales (en su acepción más general) influyen en la trama, en las dinámicas familiares e incluso en el proceso de madurez y aprendizaje de los personajes. A modo de ejemplo, en los Años Maravillosos, los personajes viven con dolor, angustia casi resignación el reclutamiento y muerte de jóvenes de diferentes generaciones en la guerra de Vietnam y su difícil retorno a casa, o también esa interrelación entre la acontecimientos históricos y personales sirve para dar una diferente dimensión a la gravedad de los problemas cotidianos, como cuando el APOLO 13 tiene un desperfecto y los tripulantes cuya vida está en riesgo logran volver a casa después de varias semanas, frente a ello, la gran tragedia familiar por el extravío de documentos para la declaración anual de impuestos se aminora, ocupa un lugar distinto en la escala de lo importante.  

También nos permiten identificar cómo se moderniza la sociedad y de qué forma las instituciones sociales se van adaptando. En la Familia Ingalls, la llegada del ferrocarril,  revoluciona el pueblo, a partir de la compra de tierras, la demanda de mano de obra, la instalación de nuevas formas de transporte, se dinamiza el comercio y nuevas oportunidades de negocio aparecen. Así mismo, la adopción de varios huérfanos en la serie, sirve para variar la imagen tradicional de familia consanguínea que hasta entonces tenían los espectadores.

Es así como las series de antaño citadas, nos dan la oportunidad de vincular los cambios personales con los de la sociedad y viceversa. Enriqueciendo las historias y evidenciando esa interrelación que en realidad existe y que muchas veces se deja de lado en las series que ahora son tan populares. En estas últimas, el protagonista y su historia de éxito o amor eterno lo es todo, y nada parece influir en ellas tanto como el destino, la fortuna o la casualidad. 

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