Cuando niña miraba con mucho interés dos series, La Familia Ingalls y Los Años Maravillosos, ese era el nombre, en español, con el que se conocía a ambas producciones. Disfruté de ambas historias familiares, presentadas desde la perspectiva de sus integrantes, Kevin Arnold y Charles, Caroline, Mery, Laura y Carrie Ingalls.
Años más tarde, cuando estudiaba en la Universidad, me di cuenta de la riqueza de las historias que se contaban en cada una de las series. Como suele ser normal en este tipo de producciones, se cuenta las diferentes vivencias de sus protagonistas: el primer día de escuela, los problemas laborales, las relaciones con los amigos, los éxitos y penurias personales, el primer empleo, los problemas de dinero, etcétera. Drama, amor, intriga, coraje, humor, esperanza, entre otros sentimientos logran condensarse para atrapar al espectador.
Todas esas características, son comunes a las que exponen las
telenovelas (mexicanas, principalmente) o las series más populares de la TV
peruana (Al fondo hay sitio, Mi amor el huachimán, La Lola, La reina de las Carretillas,
entre otras). Sin embargo, encuentro una diferencia importante con relación a las
series norteamericanas de veía en mi niñez. Las aventuras de los protagonistas,
se entrelazan con los cambios sociales más importantes.
De ese modo, la familia Arnold es algo más que una familia
asentada en un simple barrio estadounidense. Representa un tipo de hogar de 1960, con un jefe de familia, que como muchos en ese tiempo, participó en
la Guerra de Corea, y que a su retorno y con una familia de tipo nuclear, se
asienta en los suburbios, lugares apartados de las grandes ciudades que luego formarían
parte del ideal “modo de vida americano”.
De igual manera, la familia Ingalls, es más que una familia pobre
que migra a Walnuk Grove. La historia se ambienta, aproximadamente entre 1840 y
1890, y cuenta las vivencias de muchos pioneros americanos que desean prosperar
mediante varios oficios para aumentar sus ingresos o conseguir a cambio
semillas, herramientas, o animales para el campo. Conscientes de la pobreza material
que los rodea, ponen empeño en la educación de los hijos (en la serie, hijas), como
una estrategia de movilidad social, de progreso, que luego se consolida cuando las
dos hijas mayores se convierten en maestras. Además, la serie evoca en sus
diferentes temporadas valores como el amor a Dios, la unión familiar, la laboriosidad,
el sacrificio, la bondad y la solidaridad que en ese entonces impulsó a los habitantes del Oeste.
Los cambios sociales (en su acepción más general) influyen en
la trama, en las dinámicas familiares e incluso en el proceso de madurez y
aprendizaje de los personajes. A modo de ejemplo, en los Años Maravillosos, los
personajes viven con dolor, angustia casi resignación el reclutamiento y muerte
de jóvenes de diferentes generaciones en la guerra de Vietnam y su difícil retorno
a casa, o también esa interrelación entre la acontecimientos históricos y
personales sirve para dar una diferente dimensión a la gravedad de los
problemas cotidianos, como cuando el APOLO 13 tiene un desperfecto y los
tripulantes cuya vida está en riesgo logran volver a casa después de varias
semanas, frente a ello, la gran tragedia familiar por el extravío de documentos
para la declaración anual de impuestos se aminora, ocupa un lugar distinto en
la escala de lo importante.
También nos permiten identificar cómo se moderniza la
sociedad y de qué forma las instituciones sociales se van adaptando. En
la Familia Ingalls, la llegada del ferrocarril,
revoluciona el pueblo, a partir de la compra de tierras, la demanda de
mano de obra, la instalación de nuevas formas de transporte, se dinamiza el comercio y nuevas oportunidades de negocio aparecen. Así mismo, la adopción de varios huérfanos en la serie, sirve
para variar la imagen tradicional de familia consanguínea que hasta entonces tenían los espectadores.
Es así como las series de antaño citadas, nos dan la oportunidad
de vincular los cambios personales con los de la sociedad y viceversa. Enriqueciendo
las historias y evidenciando esa interrelación que en realidad existe y que
muchas veces se deja de lado en las series que ahora son tan populares. En estas
últimas, el protagonista y su historia de éxito o amor eterno lo es todo, y
nada parece influir en ellas tanto como el destino, la fortuna o la casualidad.
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